"Comprendo que no soy el dueño de la verdad absoluta, si es que algo así existe. Pero también es cierto que en mi vida necesito manejarme con algunas certezas. Ésas son mis verdades."

Jack Rinella

sábado, 23 de octubre de 2010

"Y el sapo se convirtió en un bello príncipe..."

A la izquierda: carlos ("esclavo35") en una escena de la película "Un año sin amor"

ANÉCDOTAS


Estaba apoyado en la barra tomando una cerveza cuando veo entrar al bar a carlos ("esclavo 35").


Lo miro fijamente, y carlos -desde el otro extremo de la barra- me mira y al reconocerme me saluda con una leve inclinación de su cabeza. Se acerca a mí y -usando el Protocolo- me dice:"Señor, qué gusto verlo ! Cuanto tiempo !". Y acompañó su saludo protocolar con una sonrisa afectuosa. Con ese afecto mutuo que fue surgiendo entre nosotros a través de los años. Y que se mantiene vigente aunque no nos veamos muy seguido.




Luego, más avanzada la noche, nos cruzamos en la escalera que conecta el bar con el sótano, la zona de acción. Yo estaba subiendo, desde el sótano hacia el bar, por la pequeña y angosta escalera, y carlos -que estaba bajando- nuevamente cumple el Protocolo y se pone de espaldas contra la pared para permitirme el paso, y cuidando de no tocarme accidentalmente como corresponde.


Carlos estaba completamente desnudo, de acuerdo al rol asumido esa noche, y como la escalera es empinada, no tiene pasamanos, y yo ya soy un Leather Daddy que bien puede darse el lujo de agarrarse de algo para subirla (y un Leather Master que disfruta usando a los esclavos....) respondí a su actitud morbosa agarrándome de sus bolas a modo de pasamanos, y siguiendo mi camino, sin mirarlo.




Durante la noche, nos volvimos a encontrar un par de veces y siempre mantuvimos el Protocolo. Cuando, otra vez, nos encontramos en la barra carlos me pregunta:"Sigue teniendo el departamento ?", y nuevamente acompañó su frase con una leve sonrisa, pero esta vez llena de picardía.


Le respondí afirmativamente y le expliqué que a los largo de estos años había ido rediseñando el lugar y equipándolo hasta convertirlo en lo que hoy es mi Dungeon.


"Tenés que venir a verlo, carlitos" le dije, a modo de invitación también acompañada con una sonrisa con cierta picardía.


Y, entonces, comenzamos a recordar algunos momentos compartidos en ese espacio.


Hasta que carlos recordó una anécdota que nos hizo dejar de lado el Protocolo y cambiar las palabras formales por carcajadas.


Fue cuando carlos recordó aquella vez en la que lo convoqué a mi Dungeon para ser entregado a un colega europeo que me estaba visitando.




El correo electrónico que le envié era muy breve y sólo contenía lo necesario.


Y carlos me contestó con otro correo que -como corresponde- simplemente decía: "Señor: Cuente conmigo. Allí estaré."




Y el día, y a la hora de la citación, carlos estaba entrando al Dungeon.


Cuando le presenté a mi huésped, carlos respondió correctamente, pero conociéndolo bien noté una expresión de sorpresa en su cara.


Luego, cuando mi invitado no podía escucharnos, le pregunté: "Qué pasa, carlitos ?", y me respondió: "Señor: es feo !".




Mis esclavos están acostumbrados a que los entregue para servir a Colegas y Amigos que me visitan. Y saben que no están en condiciones de elegir. Mis esclavos saben muy bien que deben entregarse a quien yo indique, sin otra opción, como parte de su entrega y devoción a mí.




Pero carlos nunca fue mi esclavo, y sólo lo había convocado porque, conociéndolo bien y conociendo el tipo de acción que interesaba a mi invitado, consideré que era el esclavo más indicado, por lo que comprendí que debía darle la posibilidad de optar por retirarse, y le respondí:"Todo bien, carlitos. Andate". A lo que me contestó: "Señor: Me voy a quedar. Es tan feo que me produce morbo. Vamos a ver qué hace."




Y entonces, mi huésped hizo lo que tenía que hacer. Y lo hizo muy bien como yo sabía que era su costumbre, con toda su experiencia y su dominio de la escena.


Y el buen carlitos respondió perfectamente, como yo esperaba, incluso en momentos de acción bastante intensa, haciéndome quedar muy bien con mi invitado.


Así, entre ambos, generaron escenas excelentes, que los dos disfrutaron mucho, a tal punto que carlitos esa noche en el bar, después de varios años, lo seguía recordando.


Y aunque aquella vez no lo hice, para no interrumpir el excelente clima de las escenas, estoy seguro que si en ese momento le hubiera preguntado: "Y carlitos...que te parece el Master ?" me hubiera respondido algo así como: "Es hermoso !!!!."




Como en el cuento infantil, el sapo se había convertido en un bello príncipe.




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